Mientras en México estamos preocupados por las amenazas del presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, de imponernos aranceles punitivos del 25% a todas nuestras exportaciones, por la implementación de la Reforma Judicial y la desaparición de los organismos autónomos, el otro lado del mundo vive tensiones de una magnitud que amenaza la estabilidad global.
En medio del creciente respaldo militar occidental a Ucrania, Rusia intensificó su ofensiva la semana pasada, lanzando más de 190 ataques con misiles y drones. Esta escalada responde a los recientes ataques en su territorio, realizados con armas proporcionadas por Estados Unidos y el Reino Unido. El presidente ruso, Vladimir Putin advirtió que desplegará más misiles hipersónicos Oreshnik, capaces de alcanzar centros de decisión en Kiev con devastación comparable a un ataque nuclear, si Ucrania persiste en atacar territorio ruso. Mientras tanto, Ucrania enfrenta cortes de energía masivos en pleno invierno debido a la destrucción de su infraestructura, lo que llevó al presidente ucraniano, Volodímir Zelensky a denunciar una «escalada despreciable» de tácticas terroristas por parte de Rusia.
Un informe reciente del Washington Post detalla las razones detrás de las decisiones de la administración Biden de intensificar su apoyo a Ucrania, incluyendo el suministro de minas antipersonales y misiles de largo alcance. Estas acciones responden a una realidad crítica: Ucrania enfrenta pérdidas significativas en el campo de batalla, falta de personal militar, y presiones crecientes debido a la reelección de Donald Trump. El informe sugiere que Ucrania podría verse obligada a negociar con Rusia en pocos meses, cediendo territorios como Crimea y los cuatro oblasts anexados, además de renunciar a su aspiración de unirse a la OTAN. Mientras tanto, las encuestas en Estados Unidos muestran que la mayoría de los ciudadanos favorecen el fin del apoyo militar a Ucrania y la búsqueda de negociaciones de paz inmediatas, evidenciando un desgaste en el respaldo popular occidental a la guerra.
Pero el conflicto podría escalar aún más si son correctas las afirmaciones del Servicio de Inteligencia Exterior de Rusia (SVR) sobre un plan de la OTAN para intervenir con 100,000 tropas bajo la apariencia de fuerzas de paz. Este despliegue buscaría congelar el conflicto y reconstruir la infraestructura militar-industrial de Ucrania, con países como Polonia, Rumania, el Reino Unido y Alemania asumiendo control regional en distintas áreas. Según el SVR, también se están estableciendo centros de entrenamiento para movilizar a un millón de ucranianos, mientras que funciones policiales recaerían en nacionalistas locales. Aunque aún no es claro si es viable esta intervención, el reporte del SVR sugiere que no se trata de un escenario lejano. Además, factores políticos en Rumania podrían acelerar el cronograma de la OTAN y provocar que esto suceda antes del 21 de diciembre. De no intervenir Rusia contra este plan, podría implicar la aceptación de un nuevo statu quo en Ucrania que redefina el control territorial en el país y podría complicar las cosas.
La situación se descompone muy rápidamente, prácticamente día con día. En un artículo de Doug Casey, publicado el 27 de noviembre y titulado “Doug Casey sobre la creciente amenaza de una guerra nuclear” se hace un recuento interesante de la escalada militar en Ucrania y las probabilidades de que esto acabe con un desenlace apocalíptico para la humanidad.
Joe Biden aprueba uso de misiles estadounidenses de largo alcance
Doug Casey menciona que la decisión de Joe Biden de haber aprobado el uso por parte de Ucrania de misiles estadounidenses de largo alcance para atacar el interior de Rusia, es algo que Vladimir Putin ha advertido explícitamente que es una línea roja. Es evidente que los bidenistas son unos “tontos extremadamente peligrosos”. Están dando un paso adelante en la escalada hacia la Tercera Guerra Mundial.
Durante la Guerra Fría después de los años 50, los alumnos en las escuelas hacían ejercicios de «agacharse y cubrirse» (meterse debajo de sus pupitres cuando sonaban las sirenas de alerta antiaérea). Y está más que documentada la crisis de los misiles cubanos de 1962, cuando el mundo estuvo a punto de vivir una guerra nuclear.
A mediados de los años 80, los soviéticos podían sentir que su imperio se estaba derrumbando (el mundo estaba de nuevo al borde de una guerra nuclear), para ellos era una cuestión de «ahora o nunca». Afortunadamente, fue un «ahora no». Sin embargo, lo que está sucediendo ahora puede ser la crisis más grave de todas. La guerra nuclear nuevamente se está considerando como una opción realista.
Herman Kahn, autor de “On Thermonuclear War y Thinking the Unthinkable” tenía una reflexión racional sobre cómo podría empezar una guerra nuclear y cómo acabaría, la cual en su momento se consideró escandalosa. Pero ahora es algo que se discute en los medios populares; la gente ha llegado a aceptar su casi inevitabilidad.
El mundo se está preparando para la Tercera Guerra Mundial. La atmósfera es como la de finales de los años 30, cuando la guerra civil en España y la invasión japonesa a China fueron el preludio de la Segunda Guerra Mundial.
Sin embargo, la gente no parece tener tanto miedo a la perspectiva como en crisis pasadas, pero ahora deberían tener más miedo que nunca. Al menos en algunos aspectos.
Doug Casey lo menciona porque en el pasado, los misiles balísticos intercontinentales no podían apuntarse con gran precisión, por lo que para compensar la falta de puntería, sus cargas tenían que ser gigantescas para lograr el objetivo. Estamos hablando de destructores de ciudades del tamaño de megatones; los soviéticos probaron su bomba Zar de 50 megatones en 1961 por una razón. Pero ahora los sistemas de lanzamiento de precisión han obviado la necesidad de bombas gigantes y se ha vuelto obvio que no hay necesidad de destruir una ciudad entera cuando se pueden apuntar con precisión a instalaciones militares o de inteligencia, que son los verdaderos peligros.
Eso significa que una guerra nuclear utilizando ojivas de 1 o 10 kilotones (como la del tamaño de Hiroshima) es hoy, sin duda, tan «ganable» como una en la que se utilicen dispositivos de 10 megatones de hace 50 años. Siempre se quiere limitar el daño colateral. Como resultado, las armas nucleares, por sí mismas, ya no significan necesariamente el fin de la civilización, de acuerdo con Casey. Eso también significa que la amenaza de Putin de usar armas nucleares pequeñas en represalia a un ataque serio contra Rusia es muy creíble. Especialmente porque parece que Rusia tiene misiles que son hipersónicos (10 veces la velocidad del sonido) y maniobrables, lo que significa que no pueden ser interceptados.
Por supuesto, ya no son sólo Rusia y Estados Unidos los que podrían enfrentarse entre sí. Hay al menos nueve potencias nucleares en el mundo (Estados Unidos, Rusia, Gran Bretaña, Francia, China, Israel, India, Pakistán y Corea del Norte). La tecnología nuclear ya no es un secreto. Al menos 20 países de todo el mundo podrían crear armas nucleares en cuestión de meses si así lo decidieran. Cualquiera puede conseguirlas. Y no necesitan misiles ni bombarderos. Los cargueros, aviones de carga o camiones son sistemas de entrega perfectamente viables. También lo es cualquier empresa de mensajería para un arma miniaturizada.
El secreto ya se ha revelado. La conclusión es que todo lo que puede suceder, tarde o temprano sucederá. Y hay muchas probabilidades de que así sea ahora. Especialmente con los incompetentes e imprudentes que todavía ocupan Washington y siguen provocando a Moscú, utilizando al régimen de Kiev como garra de tigre.
Nueva doctrina nuclear
Putin firmó recientemente una doctrina nuclear que reduce el umbral de Rusia para desplegar armas nucleares, en particular si su integridad territorial se ve amenazada. Respecto a este punto, Doug Casey argumenta que Putin y los rusos han sido muy racionales y comedidos al respecto. Los neoconservadores estadounidenses provocaron la guerra entre Ucrania y Rusia, y Estados Unidos la ha financiado y prolongado.
Herman Kahn conocía bien el Pentágono, e incluso en los años 50 y 60, tenía más miedo de que Estados Unidos iniciara una guerra que la Unión Soviética. El hecho es que los gobiernos en general, y particularmente el gobierno estadounidense actual, están llenos de psicópatas. No están los mejores ni los más brillantes en Washington, DC. Estados Unidos tiene al peor tipo de gente. La gente que entra al gobierno busca controlar y manipular a otras personas.
De hecho, los rusos se han mostrado reticentes a intensificar la guerra. Lo cual, como recordarán, tenía como objetivo poner fin a la guerra de Zelenski contra las provincias secesionistas del Donbass. Sus demandas, especialmente en vista de la expansión temeraria de la OTAN, son en realidad “bastante razonables”. Son los estadounidenses, encabezados por los Bidenistas, quienes están empujando al mundo hacia una guerra termonuclear global.
¿Podrá Trump resolver el conflicto?
La gran pregunta es si la guerra en Ucrania se intensifica aún más antes de que Trump asuma el cargo el 20 de enero de 2025, ¿cómo podría afectar eso a su capacidad para resolver el conflicto? ¿Podemos creer que su promesa de poner fin a la guerra rápidamente es realista?
Doug Casey opina que una vez más, la guerra en Ucrania ha sido fomentada, financiada y prolongada por Estados Unidos. Ucrania habría tenido que dejar ir a sus provincias secesionistas del Donbas, reconocer que Crimea siempre fue parte de Rusia y olvidarse de unirse a la OTAN, sin el apoyo de Estados Unidos. Al menos 500 mil ucranianos muertos seguirían vivos y la mitad del país no estaría en ruinas. Y las cosas podrían empeorar mucho, mucho más.
Considera que Trump puede y va a ponerle fin. Aunque el riesgo es que los jacobinos que ahora controlan Washington aún puedan iniciar una guerra con Rusia para declarar el estado de emergencia y mantenerse en el poder de alguna manera. Estamos tratando con personalidades criminales que también sufren el grave síndrome de trastorno por Trump.
Por supuesto, Ucrania no es el único factor que podría desencadenar una Tercera Guerra Mundial. Estados Unidos está involucrado en la posible conflagración entre Israel e Irán, y podría fácilmente verse arrastrad a un conflicto entre la República Popular de China y Taiwán. El antipático Tío Sam está metiendo las narices en los avisperos de todo el mundo y, al final, acabará obteniendo lo que pide, que es la guerra.
Guerra nuclear
Ante las preguntas de ¿Cuáles serían las consecuencias inmediatas y a largo plazo de una guerra nuclear entre Estados Unidos y Rusia? ¿Es posible una «guerra nuclear limitada» o el uso de armas nucleares conduciría inevitablemente a una escalada total?
Doug Casey menciona que Herman Kahn proyectó que si hubiera ocurrido una guerra nuclear en los años 50, 60 o 70, habría habido decenas de millones de víctimas y destrucción generalizada. Pero, en el lado positivo (era un hombre gordo y alegre, con un negro sentido del humor), proyectó que el mundo recuperaría los niveles de PIB de antes de la guerra en aproximadamente 30 años. No hay duda de que fue satirizado en «Dr. Strangelove» de Stanley Kubrick (una película excelente y una de mis favoritas de todos los tiempos).
Por las razones que mencionó previamente, Casey considera que las proyecciones de Herman son demasiado sombrías. Por otro lado, las cosas han cambiado. El verdadero peligro hoy es la guerra biológica, ya sea por sí misma o como complemento postnuclear. Los gobiernos ciertamente se están preparando para la guerra biológica, aunque ninguno habla de ello. Las víctimas globales podrían alcanzar el 50-90% de la población mundial. La guerra cibernética también sería parte del paquete. Y como hoy el mundo funciona con computadoras, la Tercera Guerra Mundial sería un auténtico desastre.
Además de eso, si Estados Unidos se involucra en una guerra real (no sólo en las desagradables guerras amateurs que ha librado desde la Segunda Guerra Mundial), definitivamente perderá su lugar en el orden jerárquico mundial. Caerá varios peldaños, como le pasó a Europa después de autodestruirse en las Guerras Mundiales I y II. Los países que permanezcan relativamente inafectados por la guerra, básicamente los de Sudamérica y partes de Asia, se convertirían en los nuevos líderes mundiales.
La guerra sería aún peor para Rusia, ya que invitaría a la invasión de China, que lógicamente se apoderaría de la mayor parte de Siberia. Sería catastróficamente mala para Estados Unidos, Rusia y Europa. Debido a los inevitables aspectos biológicos y cibernéticos, una guerra termonuclear global total podría ser incluso peor de lo que hubiera sido si la guerra hubiera ocurrido hace un par de generaciones, con solo megatones destructores de ciudades.
Respecto a si es posible una guerra nuclear limitada o el uso de armas nucleares se intensificará inevitablemente, Casey menciona que si Estados Unidos y la OTAN siguen provocando a los rusos, como lo están haciendo ahora, es muy posible que se produzcan ataques locales en Ucrania contra objetivos principalmente militares. Pero la cosa podría detenerse allí. Tal vez… En ese momento, Occidente podría darse cuenta de que los rusos realmente hablan en serio y de que es una mala idea acorralar al oso.
Con un poco de suerte, la guerra se detendría antes de que se destruyeran las ciudades y se limitaría a los objetivos militares. Pero estamos tratando con narcisistas psicológicamente inestables en Washington y en la OTAN. Por lo tanto, es impredecible. La guerra siempre ha sido la más impredecible de las actividades humanas. Los cuatro jinetes del Apocalipsis están acechando a la humanidad con seriedad.
¿Cómo protegerse en este escenario?
Dadas las crecientes tensiones, ¿cómo pueden las personas protegerse de las consecuencias literales y metafóricas de un posible conflicto nuclear?
Doug Casey opina que es evidente que el lugar más seguro para vivir es el hemisferio sur. En primer lugar, hay muy pocos objetivos nucleares en el hemisferio sur. Y en segundo lugar, los sistemas meteorológicos globales aíslan de alguna manera al hemisferio sur. Un estadounidense prudente, si puede permitírselo, debería tener una segunda casa en Sudamérica o en el Pacífico Sur. Y sí, también es cierto que eso no es práctico para la mayoría de las personas. No habrá ganadores, y relativamente pocos sobrevivientes, si nuestros amados líderes comienzan la Tercera Guerra Mundial.
Ahora, algunas sutilezas irónicas: Dependiendo de su extensión, la Tercera Guerra Mundial sería mala para las acciones bursátiles. Muy mala para las monedas. Y catastrófica para los bonos. Dependiendo de numerosos factores, usted podría tener problemas para mantener el título de su propiedad inmobiliaria. Pero hablar del futuro de nuestras inversiones no hace mucho sentido cuando la mayoría de nuestras preocupaciones serían más… inmediatas.
Si comenzara la Tercera Guerra Mundial, los mejores activos serían un lugar seguro, todo tipo de cosas para prepararse, oro y tal vez Bitcoin. El mundo siempre necesitará dinero, y ese es el mejor dinero en el mundo actual.
Conclusión
En un panorama global marcado por tensiones crecientes, la guerra entre Rusia, Ucrania y los aliados occidentales representa tal vez la mayor amenaza para la estabilidad internacional. Las acciones recientes, como el uso de armas avanzadas y las amenazas de escaladas nucleares, subrayan lo crítico de la situación. El riesgo de un conflicto mayor, incluyendo una potencial Tercera Guerra Mundial nos hace dudar de la capacidad de los líderes globales para contener la crisis y buscar una solución diplomática efectiva.
Mientras tanto, en México enfrentamos nuestros propios desafíos, pero no debemos ignorar el impacto global que este conflicto podría tener, especialmente en la economía y la política internacional. La historia nos enseña que las guerras no solo transforman fronteras, sino que redefinen el orden mundial. Por ello, es crucial mantenerse atentos y considerar estrategias de adaptación frente a un entorno cada vez más incierto.
Son tiempos de mucha incertidumbre y en GAEAP podemos mantenerte informado.
Alejandro Gomez Tamez*
Director General GAEAP*
alejandro@gaeap.com
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