Estamos viviendo momentos de elevada incertidumbre política y económica. Tanto en los Estados Unidos como en México se elegirá un nuevo titular del Poder Ejecutivo y dependiendo del resultado electoral, podríamos ver un cambio importante en el rumbo de las políticas públicas de ambos países. Las opciones en ambos lados de la frontera son la continuidad o un golpe de timón. De la mano de lo anterior, también está la incertidumbre asociada al rumbo que tomará la economía mundial y aquí vemos un amplio debate de si nos aproximamos a un escenario de simple desaceleración o nos estrellaremos con una recesión o peor aún, con estanflación.
En un artículo de Brandon Smith publicado el 8 de mayo en el portal de Alt-Market.us y titulado “La mentira del ´aterrizaje suave´: la desaceleración económica mundial ya está en marcha”, se nos advierte de dos temas, primero, de cómo los analistas económicos convencionales son poco confiables en sus pronósticos; y segundo, de cómo contrario a lo que se nos dice en las noticias internacionales de que el mundo se dirige a un aterrizaje económico suave, la caída de la actividad será dura con independencia de que si suben o bajan las tasas de interés.
El artículo de Brandon Smith comienza mencionando su esperanza de que si hay algo que la gente haya aprendido en los últimos años respecto de las elites educadas en las mejores universidades y de los bien conocidos comentaristas económicos que salen en la radio y la televisión, es que finalmente entiendan que los “expertos” suelen estar equivocados, mientras que los analistas alternativos tienen un historial mucho mejor. Siempre que los economistas y analistas del establishment hacen una predicción, generalmente acaba ocurriendo algo diferente.
Por extensión, las predicciones económicas de analistas alternativos suelen estar muy por delante de la curva: lo que hoy hablamos en este blog puede denominarse “pesimismo fatalista” o que alimentamos la “teoría de la conspiración”. Pero en tres años o menos, los conceptos aquí abordados serán tratados como algo de conocimiento general y los “expertos” de la corriente principal del sistema afirmarán que “lo vieron venir desde el principio” mientras se atribuyen el mérito por decisiones financieras que nunca tomaron.
Este ha sido un patrón de conducta desde hace muchos años y es algo que nosotros que escribimos en medios alternativos hemos llegado a esperar.
Por ejemplo, en GAEAP hemos advertido de que la evolución de diversas variables macroeconómicas no será como dicen los economistas encuestados por el Banco de México o en la Encuesta Citibanamex de Expectativas. Están muchos casos documentados de como los “expertos” a principios de cada año anticipan determinada evolución del PIB y acaba sucediendo algo muy diferente. O también están nuestros múltiples posteos en redes sociales en los que hemos explicado que las tasas de interés no bajarán como estos “analistas” dicen y que por el contrario, se mantendrán elevadas, algo en lo que hemos estado acertando desde hace un par de años. Un caso adicional es el de inflación, en donde las expectativas de la mayoría son de que ésta tendría una clara tendencia a la baja para regresar pronto al rango meta del banco central, mientras que nosotros hemos sostenido que derivado del aumento del déficit fiscal al 5.9% del PIB y el incremento de 12.2% anual en la base monetaria, eso sería imposible de lograr. Hasta ahora hemos acertado.
Brandon Smith ha advertido durante años sobre la amenaza de la inminente crisis estanflacionaria que finalmente golpeó duramente a los Estados Unidos “pospandémicos”. Mientras que los cuidadores del establishment negaban que tal cosa fuera posible. Cuando sucedió, éstos analistas y la propia Secretaria del Tesoro de Estados Unidos, Janet Yellen, afirmaban que sería algo “transitorio”. Ahora, argumentan que un aterrizaje suave es inminente y que no hubo nada de malo para la economía estadounidense como consecuencia de haber regalado billones de dólares en dinero a la población cuando ya no había pandemia. Claro que no, solamente la inflación crónica que ahora padece el mundo. Afirmaban que nada importante cambiaría, se equivocaron.
También Smith predijo que el Banco de la Reserva Federal crearía un escenario tipo Catch-22 (una situación imposible de resolver porque no puede hacer una cosa hasta que haga otra, pero no puede hacer la segunda cosa hasta que haga la primera) en el que las tasas de interés se elevan hasta provocar debilidad económica mientras las presiones inflacionarias se intensifican. Sugirió que el banco central mantendría las tasas altas durante mucho más tiempo de lo que afirmaban los analistas tradicionales. Esto es exactamente lo que ha sucedido y la tasa de fondos federales se mantiene en un rango de 5.25 a 5.50%.
¿A quién le vas a creer entonces? ¿A economistas independientes que han demostrado tener la razón una y otra vez? ¿O a los chicos de la torre de marfil que se han equivocado constantemente? Para estos señores aplica perfectamente la definición de que un economista es una persona que la mitad del tiempo dice lo que va a suceder y el resto del tiempo se la pasa explicando porque no sucedió lo que dijo que iba a pasar. Es patético, al menos para mi, ver en la encuesta de expectativas del sector privado aplicada por el Banco de México que en determinado año comiencen con la encuesta de enero prediciendo tal comportamiento y luego ver como al paso de los meses van ajustando la predicción para llegar a diciembre con resultados muy diferentes a los de sus pronósticos de inicio de año.
¿Quieren un ejemplo? En la encuesta de Banxico de enero de 2023 los analistas pronosticaban que al cierre de 2023 la inflación sería de 5.19%, el crecimiento del PIB de 1.0%, el tipo de cambio se encontraría en 20.11 pesos por dólar y la tasa de interés objetivo estaría en 10.35%. Llegó diciembre de 2023 y en la realidad la inflación fue de 4.66% (aquí los encuestados tuvieron un error de 10.2%), el PIB creció 3.2% (aquí el error fue de 220%), el tipo de cambio se ubicó en 17.20 (aquí el error fue de 14.5%) y la tasa objetivo fue de 11.25% (en esta variable el error fue de 8.7%). En paréntesis se indican los tamaños de los errores respecto del pronóstico promedio de los encuestados, lo que implica que hubo quienes tuvieron errores mucho más grandes y obvio, quienes se equivocaron menos.
En la más reciente encuesta de expectativas de analistas del sector privado por parte de Banxico, que es la de abril de 2024, se nos menciona que la inflación de 2024 será de 4.16% y la de 2025 de 3.73%; el crecimiento del PIB de 2024 será de 2.26% y en 2025 de 1.85%; el tipo de cambio cerrará el 2024 en 17.96 pesos por dólar y el 2025 en 18.63 pesos por dólar; y que la tasa de fondeo interbancario en el cuarto trimestre de 2024 será de 9.85% y en el mismo trimestre de 2025 se ubicará en 7.72%. Desde mi punto de vista en GAEAP, el escenario macroeconómico base es el siguiente al cierre de 2024 y 2025:
Inflación 2024: 4.35%
Inflación 2025: 4.80%
Crecimiento PIB 2024: 2.5%
Crecimiento PB 2025: 1.0%
Tipo de cambio 2024: 18.50
Tipo de cambio 2025: 20.50
Tasa de fondeo bancario 2024: 10.50%
Tasa de fondeo bancario 2025: 10.50%
Sé que son pronósticos discordantes con los de los economistas tradicionales, pero nuestro modelo económico no arroja esos resultados en función de las siguientes premisas:
Triunfo del candidato Republicano Donald Trump, en la contienda por la presidencia de Estados Unidos.
Presiones adicionales para México para controlar tráfico de drogas y migración a Estados Unidos.
Déficit fiscal de 6.1% del PIB en 2024 y de 5.0% en 2025, su impacto en la demanda agregada, en la inversión productiva y las tasas de interés.
Intensificación de los conflictos geopolíticos internacionales y su impacto en las cadenas de suministro.
Otros riesgos nacionales e internacionales que tenemos identificados en GAEAP..
Profundizando en el tercer punto arriba mencionado, es importante destacar es el relacionado a la delicada situación fiscal de México. Hay que recordar que con datos de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), la medida más amplia de la deuda, el llamado Saldo Histórico de los Requerimientos Financieros del Sector Público (SHRFSP), aumentó 4.314 billones de pesos entre diciembre de 2018 y diciembre de 2023, lo que es equivalente a un crecimiento de 40.89%. Pasaron de 10.55 billones de pesos a 14.87 billones en cinco años.
Sin embargo, al considerar la cifra de SHRFSP prevista para el cierre de 2024 en los Pre-Criterios 2025, vemos que el aumento previsto de éstos entre diciembre de 2018 y el mismo mes de 2024 será de 6.49 billones de pesos, un aumento nominal de 61.6%.
De acuerdo con los analistas tradicionales, una medida importante de la situación fiscal de un país consiste en comparar su deuda (SHRFSP) respecto al Producto Interno Bruto (PIB) y en ese sentido podemos ver que en 2018 éstos representaban el 43.6%, para el 2023 aumentaron al 46.8% y se espera que en 2024 sean de 50.4% del PIB.
Como puede apreciarse en la siguiente tabla, es relevante el aumento de 3.6 puntos porcentuales del PIB que aumentará el peso de la deuda entre 2023 y la expectativa de cierre de 2024.
Desde mi punto de vista una mejor medida del deterioro fiscal del país se observa al analizar cómo se han comportado los ingresos presupuestarios del país respecto del nivel de endeudamiento. En este sentido, vemos que en 2018 la deuda representaba el 206.3% de los ingresos y para 2023 fue de 211.2%. De acuerdo a las cifras contempladas en los Pre-Criterios 2025, se espera que dicha relación empeore hasta ubicarse en 229.0%. Considero a esta cifra como preocupante.
Como lo he destacado en pasadas entregas, resalta que los Requerimientos Financieros del Sector Público (RFSP) para 2024 no serán de 5.4% del PIB como se nos dijo cuando se aprobó la Ley de Ingresos en 2023, sino que serán de 5.9% del PIB. Esto implica que este año el sector público federal se endeudará en casi 2 billones de pesos adicionales, lo que pondrá el SHRFSP en 17.047 billones de pesos al cierre de 2024. Con estas cifras, queda claro que con un déficit fiscal de 5.9% del PIB para lograr una meta de crecimiento del PIB para este año en un rango de 2.5% a 3.5%, pues resulta evidente que el principal motor del crecimiento es el gasto del gobierno federal. Es innegable que si el sector público federal tuviera un presupuesto equilibrado este año, la economía se nos caería en al menos 3 por ciento.
A manera de conclusión, el tema es q sufrimos de un severo problema de expectativas económicas falsas construidas posiblemente para agradar al gobierno o a los inversionistas. Es tentador mentir para agradar o para atraer clientes. No se trata de ser pesimistas, ni profetas de la catástrofe, sino simplemente ser objetivos y valorar los riesgos y oportunidades en su justa dimensión para que pueda haber una mejor toma de decisiones.
Alejandro Gómez Tamez*
Director General GAEAP*
alejandro@gaeap.com
En X: @alejandrogomezt