La preocupación regresa: Déficit fiscal amenaza la estabilidad de México

En múltiples ocasiones he mencionado que probablemente el tema de mayor preocupación en materia de estabilidad macroeconómica para el mediano y largo plazos es el déficit fiscal, que de acuerdo con la Secretaría de Hacienda, para el 2024 se estima que será de 5.9% del PIB, cifra equivalente a casi 2 billones de pesos, lo que colocará el saldo histórico de los requerimientos financieros del sector público federal en aproximadamente 50.2% del PIB al término de este año.

El déficit fiscal de 2024 habrá sido el más alto desde 1988, años que todos recordamos como obscuros en materia económica.    

Mucho se ha insistido en la necesidad de disminuir el déficit fiscal, dado que el casi 6% proyectado para este año es insostenible y me parece que en este tema hay consenso en prácticamente todos los actores económicos. Sin embargo, vemos que el nuevo gobierno federal que entrará en funciones a partir del 1 de octubre, ha adquirido durante la campaña nuevos compromisos de gasto asistencial que no es productivo.

Pues sucede que en la reunión del 19 de junio, con el Consejo Coordinador Empresarial (CCE), la virtual candidata electa, Claudia Sheinbaum dijo que el déficit fiscal bajará a 3.5% del PIB en 2025.

Esto parecería una buena noticia, pero no lo es tanto cuando se considera que es una cantidad superior al ya proyectado por parte de la Secretaría de Hacienda en los Pre-Criterios 2025, en donde la SHCP estima que el déficit para el año entrante sería de 3% del PIB.

Para todos fines prácticos, se debe entender que un déficit fiscal implica endeudamiento público adicional, pues no hay otra forma de cubrir la diferencia entre los gastos y los ingresos.

Se supone que una economía como México tiene un crecimiento inercial de 2.0%, por lo que entonces si se desea mantener la razón de deuda a PIB en el nivel previsto para el cierre de 2024 de 50.2%, entonces el déficit fiscal no debe ser superior al 2.0% del PIB. En otras palabras, si el año 2025 la deuda crece en 3.5% y el PIB aumenta en 1.5%, entonces la razón de deuda respecto al PIB crecerá en un punto porcentual a 51.2%.

De lo anterior se desprende que la razón de deuda a PIB seguirá creciendo y esto es importante porque es algo que analizan las agencias calificadoras de riesgo. A mayor riesgo percibido, entonces México deberá pagar mayores tasas de interés para compensar el mayor riesgo país.

Pero para complicar las cosas aún más, pues aún no se nos ha explicado con claridad cómo es que se reducirá el déficit de 5.9% a 3.5% del PIB en un contexto complicado en el que: 1. Aumentará el gasto en pensiones y asistencialista, 2. Se espera una desaceleración económica para el 2025 producto del propio menor déficit fiscal, 3. Con el triunfo de Morena y aliados en el Congreso de la Unión más el indebido apropiamiento de la sobre-representación, que les valió lograr la mayoría calificada en la Cámara de Diputados y estar cerca de tenerla en la de Senadores, pues seguro veremos una mayor cautela para invertir, ante las reformas.

No será suficiente con quitar del gasto las grandes obras de infraestructura como el Tren Maya o la Refinería de Dos Bocas. El gobierno tendrá que recaudar más y recortar el gasto en otros rubros.

Sin embargo, en la reunión con el CCE, Claudia Sheinbaum dijo que no es necesaria una reforma fiscal, pues los recursos adicionales se obtendrán de la digitalización de trámites gubernamentales, del SAT y de las aduanas. Que bueno que al menos ya se dieron cuenta del enorme hueco fiscal que representan las aduanas del país y que esa es una magnífica fuente de ingresos para la federación, además de ser oxígeno puro para la planta manufacturera nacional.

Sin embargo, se ve muy difícil que con estas tres medidas se logre bajar el déficit fiscal a 3.5% del PIB en 2025, aunque esperamos que así sea, ya que un año más con un elevado déficit podría llevar a las agencias calificadoras a realizar recortes en la calificación crediticia de la deuda soberana de México, lo que implicaría mayores tasas de interés y más recursos para el pago de la deuda; además de mayor volatilidad del tipo de cambio y seguramente un impacto en la inflación.

Cabe recordar que de las tres principales calificadoras de riesgo, México se encuentra a un escalón de perder el grado de inversión con una de ellas y a dos escalones con las dos restantes.

Esto implica que están caminando por la cuerda floja, esperemos que no se equivoquen.

Son tiempos de mucha incertidumbre y necesitamos estar informados.

Alejandro Gómez Tamez*

Director General GAEAP*

alejandro@gaeap.com

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