Abigail Hidalgo tiene una relación a distancia con Sebastián Flores y para tener una interacción sexual más cercana usan juguetes a la distancia a partir de un acuerdo claro: usar estos dispositivos de forma simultánea, pues la finalidad de tenerlos es interactuar como pareja.
Este acuerdo es una conversación que hace 10 años era difícil de tener, porque el boom de este tipo de dispositivos creció sobre todo en la pandemia y con esta tendencia, también hubo un aumento en el uso de chatbots de soporte emocional. De acuerdo con GrandView Research, se prevé que el mercado de la IA alcance la cifra de 407,000 millones de dólares para 2027, por lo que la fusión de la inteligencia artificial en nuestra vida diaria se ha vuelto inevitable. En esta era de cambios, la IA también está remodelando las interacciones sociales y, aparentemente, la forma en que amamos. A medida que la tecnología continúa evolucionando, también lo hace la dinámica de las relaciones entre humanos y máquinas. “Hay veces que quiero contarle algo a Sebastián, pero sé que está ocupado o dormido, así que uso Pi, un chatbot al que a veces le cuento cosas, pero que en ocasiones me ayuda a calmar esta ansia y así no sentirme sola”, relató Hidalgo. Dado que los asistentes virtuales y los chatbots pueden simular interacciones humanas significativas, la IA ha evolucionado mucho más allá de la mera funcionalidad. Parece que los humanos no sólo son capaces de formar conexiones emocionales profundas con la IA, sino que incluso pueden experimentar un vínculo sexo afectivo hacia ella. Por ello es que también esta interacción es un tema del que han hablado Abigail y Sebastián. De acuerdo con la Universitat Autónoma de Barcelona, hay dos razones por las que un sistema de IA se ha vuelto tan cercano a los seres humanos y podría replantear el reto de pensar que este vínculo es tan fuerte, como una relación sexo afectiva. El estudio indica que el antropomorfismo, la tendencia a atribuir rasgos, emociones e intenciones humanas a entidades no humanas, juega un papel importante en la forma en que los humanos interactúan y se relacionan con la IA. Cuando la tecnología exhibe comportamientos, respuestas y estilos de conversación que recuerdan los rasgos de la personalidad humana, los individuos la perciben como si tuviera su propia personalidad. Esto puede incluir cualidades como la empatía, el humor, la amabilidad e incluso la alegría, que naturalmente provocan afecto y cariño. Además, las interfaces de IA suelen incorporar elementos de diseño que imitan señales y gestos sociales humanos, como expresiones faciales, tono de voz y lenguaje corporal. De hecho, un estudio de 2023 encontró que los rostros generados por IA ahora son indistinguibles de los humanos. Estas señales pueden mejorar la percepción de humanidad de la IA y evocar respuestas emocionales de los usuarios. La IA también suele identificar señales de género y estereotipos culturales de los asistentes humanos que pueden hacer que resulte familiar y entrañable. Un estudio de 2022 sobre las relaciones entre humanos y IA encontró que, basándose en la teoría triárquica del amor que sugiere que el amor romántico es una confluencia de intimidad, pasión y compromiso, y que ahora esto es posible experimentar ese amor por un sistema de IA, pues brindan intimidad, compromiso e incluso pasión. Chatbots como Yana te permiten tener una interacción diaria lo que genera intimidad y confianza, sin embargo la pasión queda de lado, pues el enfoque de esta tecnología está más enfocado a brindar soporte psicológico, pero hay otras opciones que puedes entrenar para tener respuestas más apasionadas. La IA está capacitada para comprender, interpretar y empatizar con una variedad de respuestas humanas, atendiendo a nuestra necesidad de ser amados, validados y comprendidos. Esta capacidad emocional le permite simular interacciones interpersonales similares a las humanas, lo que puede hacer que los usuarios sean más propensos a vincularse y sentir amor por estos sistemas. Entonces, si bien la IA puede no eliminar la necesidad de conexión humana, está cada vez más cerca de replicarla.