Google presentó una demanda en contra de dos desarrolladores de aplicaciones que presuntamente subieron a la Play Store apps fraudulentas de comercio de criptomonedas e inversión con las que robaban el dinero de los usuarios. De acuerdo con los documentos legales presentados en el estado de Nueva York, los estafadores operaban desde China y Hong Kong y supuestamente publicaron alrededor de 87 aplicaciones fraudulentas, con las cuales atrajeron a más de 100,000 personas, quienes perdieron entre 100 y decenas de miles de dólares cada uno. Google detectó las apps y ya las bajó de la Play Store, de acuerdo con un comunicado de la asesora general de la empresa, Halimah DeLaine Prado, quien destacó que gastaron más de 75,000 dólares para investigar el esquema de fraude.
“Este litigio es un paso crítico para responsabilizar a estos malos actores y enviar un mensaje claro de que perseguiremos agresivamente a aquellos que buscan aprovecharse de nuestros usuarios”, comentó DeLaine Prado. Asimismo, la empresa señala que la conducta por parte de los desarrolladores representa una violaciones a los términos de servicio de la Play Store, así como de la Ley de Organizaciones Corruptas. “Sólo en 2023 vimos más de 1,000 millones de dólares en fraudes y estafas con criptomonedas en los EU y esta demanda nos permite no sólo usar nuestros recursos para proteger a los usuarios, sino también servir como un precedente”, dijo DeLaine Prado. A pesar de contar con equipos que trabajan las 24 horas del día para detectar fraudes o spam, este problema se detectó gracias a los usuarios que lo padecieron, quienes se pusieron en contacto con la empresa, luego de no poder retirar su dinero de las apps.
¿Cómo funcionaba la estafa en la Play Store?
Según las declaraciones de Google en la denuncia, los desarrolladores se encargaron de crear las apps de inversión y comercio de criptomonedas para hacerlas pasar como productos legítimos y poder subirlas a la tienda de apps. Una vez en la plataforma, los responsables lanzaron campañas por medio de redes sociales y YouTube con el fin de atraer a más gente. Incluso enviaban mensajes en los que apelaban a la familiaridad de los usuarios (”¿Te acuerdas de mí?”), para que las personas bajaran la guardia y pudieran convencerlos de ser parte de la app que promocionaban. Como en un esquema piramidal, los desarrolladores o sus asociados también convencían a las víctimas de que podrían ganar alguna comisión si compartían sus apps o atraían a más personas a ellas. Si bien las aplicaciones parecían legítimas, algo que hacía convencer a los usuarios de seguir con la inversión de su dinero, en realidad cuando supuestamente obtenían ganancias el sistema no les permitía retirarlo o pedían más dinero para poder realizar el movimiento.