AT&T, uno de los gigantes de las telecomunicaciones, ha reconocido que enfrenta una coyuntura compleja para lograr la sustentabilidad de su negocio. La compañía está siendo desafiada por el desarrollo de la red 5G -que apunta a nuevos casos de uso para el metaverso, realidad aumentada, internet de las cosas, ciberseguridad e inteligencia artificial- pero que exige intensivas inyecciones de capital para instalar hasta diez veces más infraestructura de la que actualmente existe.
Una alternativa para la empresa de telecomunicaciones son las redes privadas -una conexión dentro de una red específica que permite establecer un entorno seguro de una operación- que se erigen como una nueva oportunidad de negocio para rentabilizar a las empresas de telecomunicaciones. Sin embargo, la subasta de espectro (IFT-12), que alista el Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT), podría limitar esta oportunidad a AT&T. La oferta del regulador busca ser una de las más robustas de la historia del país, pero también ser más flexible al abrir sus puertas a empresas ajenas a la industria, mediante la venta de ‘pedazos’ de espectro para desarrollar sus propias redes privas. E incluso delinear las circunstancias idóneas para que Altán Redes, otra de las compañías que ha dicho públicamente que las redes privadas se convertirán en unos de sus pilares de negocio, adquiera bandas radioeléctricas que busca licitar el regulador de las telecomunicaciones. “Se propone poner al mercado espectro en mil pedazos pero esto quita una de las líneas futuras de negocio más importantes para los operadores que son las redes privadas industriales que pueden permitir conseguir capital para redes de nueva generación en un momento en donde es más difícil tener un retorno de inversión”, advirtió Mónica Aspe, directora general de AT&T México, en entrevista con medios. Las llamadas redes privadas cada vez toman mayor relevancia dentro de las empresas al permitirles la capacidad de mantener la confidencialidad de la información, contar con un acceso remoto seguro y optimizar el uso de recursos de manera eficiente, de ahí la apuesta de los operadores de telecomunicaciones como AT&T. Por ejemplo, una red de este tipo la desarrolló Pemex para almacenar y procesar información en tiempo real de sus operaciones en Coahuila, Chiapas, Guanajuato, Hidalgo, Jalisco, México, Nuevo León, Oaxaca, Puebla, Querétaro, Tabasco, Tamaulipas y Veracruz. Con dicha red la petrolera monitoreará el control de pozos, extracción de crudo en plataformas marinas, operaciones de refinerías, gestión de complejos petroquímicos, coordinación de bombeo de productos a través de ductos, coordinación financiera y administrativa entre centros de trabajo, entre otras funciones críticas para evitar accidentes. Las mineras Peñoles, Grupo Bal y Grupo México son otras compañías que han adquirido bandas radioeléctricas para integrar redes privadas LTE en sus operaciones de diversos estados de la república. Esta tendencia se prevé llegue a otras industrias como a la portuaria, agropecuaria, automotriz y manufacturera. Pero la creación de redes privas por las propias industrias es una situación que preocupa a AT&T, al señalar que no sólo limitaría las líneas de negocio de los operadores, sino que también degradaría hasta en un 25% la velocidad de descarga de su red. “Esto puede producir un daño a la calidad del servicio de los clientes de los operadores cuando se generan estas prácticas, porque se genera un sitio con interferencia en el mismo espectro”, aseguró la directiva. La CEO de AT&T ha pedido replantear la estrategia de venta de espectro para evitar retrocesos en términos de cobertura y de generación de nuevos modelos de negocio en un momento en donde México requiere de mayores anchos de red para saciar la demanda de los usuarios y de las industrias por el nearshoring. La consultora Analysys Mason asegura que las redes privadas LTE y de 5G aún están en desarrollo, pero las tendencias indican que pronto el número de redes crecerá hasta las 20,600 redes rumbo a 2027 a nivel mundial. “Tenemos a los operadores más grandes del mundo pero debemos preguntarnos ¿por qué no estamos creciendo. Queremos invertir en el largo plazo pero hagámoslo posible. Creo que es una perfecta crisis porque es una perfecta oportunidad donde los tiempos de la industria y de la política se pueden alinear para replantear cuál es México digital del futuro”, dijo Mónica Aspe.